Hola Agosto,
Vacaciones, verano, y la eterna duda que tanto veo en consulta. ¿Cómo como en verano? ¿Voy a tirar todo por la borda?
¿Puedo comer X o Y?
Lo primero de todo, quiero recordaros que las vacaciones están hechas para desconectar, y para disfrutar. Que no puede ser que, para una, dos o tres semanas (según cada uno y sus tiempos/ trabajo) de parón que tenemos al año, haya un estresor detrás dándonos la lata como pepito grillo en nuestra orejita.
Pero, que no tener a esa conciencia acusatoria tampoco debería suponer comernos entonces 4 helados seguidos. Como siempre, tenemos que encontrar el equilibrio.
Si tenemos una buena relación con la comida y una buena forma de alimentarnos, nutrirnos como necesita nuestro organismo, es algo que se tiene interiorizado y automatizado; en ese caso, tranquilo, que te irá ‘’saliendo’’ solo.
Y sí, puede que no todas tus tomas sean ‘’de manual de nutrición’’. Ni falta que hace. Pero el groso de tus vacaciones, el cómputo total será bastante saludable. Y es que, si te tomas una paella, te apetecerá acompañarlo quizá de una ensalada fresquita. O si te vas a Italia (spoiler: Hablo de mi ejemplo en Cerdeña en la segunda parte del post) y quieres probar pastas diferentes, pizzas, focaccias… el cuerpo te terminará pidiendo también proteína, vegetales, y alternativas al carbohidrato para combinar en tus días, o por lo menos a lo largo de tu semana.
No va a ser como tu día a día en casa, pero nada tan abusivo que repercuta negativamente en tu salud o en exceso en tu composición corporal.
El problema aparece cuando la relación con la comida es algo disfuncional, algo que desgraciadamente es muy habitual en nuestra sociedad.
El tener los ciclos de hambre- saciedad alterados, o someter constantemente las elecciones alimentarias a si el plato ‘’engorda o no’’, el que la culpa forme parte de nuestras decisiones continuas … Hace que nos movamos en el todo- nada. O te pones hasta las cejas de todo o lo evitas a toda costa. Sin disfrute, sin consciencia. Desde la restricción o el acabar harto de ella.
En esos casos, hay que poner algo de equilibrio (quizá forzado en un primer momento) hasta que el síntoma que estés tratando (con nutri y psicología de la mano) vaya dando paso a una mejor relación contigo, y con algo tan estupendo como es el disfrute a la hora de comer.
Puede que entonces estas recomendaciones te ayuden:
1.Escúchate, para, elige que te apetece de verdad comer, pero disfrútalo, no hagas de una cerveza con patatas reblandecidas por el calor en el plástico una comida. Intenta elegir platos típicos de la zona, prueba nuevas ideas gastronómicas, saborea, y céntrate en el placer que te está reportando ese plato. La reconciliación con la alimentación pasa mucho por el disfrute. El dejar el automatismo de las tomas y volver a saborear la comida
2. Intenta cada día nutrirte. Y es que, a veces pasamos por alto la nutrición y comemos alimentos de muy bajo valor nutricional.
¿Has desayunado un croissant en un cafetería que te morías por probar o querías sentirte más ‘’French’’ en París? Muy bien. Pero a medio día, será interesante que asegures que tu comida contiene nutrientes de verdad. Vitaminas, minerales, proteínas … Mucho mejor un buen filete con una ensalada, unos mejillones o unos huevos a la plancha con verduras a la parrilla que un plato de pasta. El cuerpo tiene que sentir que aún con comidas ricas en calorías pero pobres en nutrientes, en otros momentos del día sus requerimientos reales se siguen garantizando. Evitando que sobrevenga la ansiedad después al sentir que ‘’no le hemos dado nada’’
3. Compartir es vivir.
Si te apetece probar muchos platos distintos en días distintos, aprovecha para compartirlos con tus compañeros de viaje y asegúrate de que, a cambio, haya buenas opciones en la mesa.
Así, ni habrá exceso de lo ‘’menos interesante nutricionalmente’’ ni defecto de los alimentos que a tu cuerpo le sientan mejor.
¿Qué tal compartir una piña y un postre dulce en lugar de pedir 3 postres para 4 comensales? Disfrutamos, saboreamos pero no sobresaturamos tanto al organismo.
4. ¿Alcohol?
Cuanto menos, mejor. Que sí, que a muchos de nosotros nos gusta una cervecita fresquita frente al mar. Pero ni hace falta tomarse 5 seguidas ni tomarlas a diario en unas vacaciones de diez días.
¿Lo mejor? Alternar tus tomas alcohólicas con agua y no pedirlas a diario. Si empiezas con un vino en una comida larga vas a beber varias copas. (casi casi seguro)
Empieza con agua y pásate después (si te apetece y puntualmente) a una bebida alcohólica, pero antes de pedir la segunda, vuelve a pedir agua. Te rehidratarás entre medias y asegurarás un menor consumo de alcohol al final del día.
De nuevo, insisto en las excepciones, si vas a irte dos días no pasa nada porque seas menos cuidadoso con todo lo citado, pero si estarás fuera casi 15, no puedes estar la quincena completa mal-nutriéndote. ¿No crees?
Si consigues ir dándote caprichos pero siendo consciente y asegurando nutrientes, proteínas de calidad (pescados, huevos, carnes, legumbres, pseudocereales, frutos secos, semillas…) vitaminas (suficientes con frutas y verduras), minerales (con mariscos, moluscos, frutos secos … ) y no abusar en todas tus tomas de los carbohidratos, además de elegirlos siempre que puedas de la mejor calidad posible (siempre será mejor la espelta fermentada, la quinoa o los granos 100% integrales, que un pan de molde blanco, por ejemplo); acompañando todo este equilibrio de disfrute, comer con curiosidad, probar, saborear… Estarás ayudándote mucho a mejorar tu relación con tu autocuidado, tu alimentación y el verano.
No porque necesites tener un cuerpo X en la playa. Pero si un cuerpo enérgico, lleno de ganas, bien nutrido, que se quiere y que por ello, se cuida.
No es hacer dieta, es ir encontrando, hasta los días de más flexibilidad y disfrute, lo que de verdad te hace sentir bien.
CERDEÑA:
Para finalizar el post, os quiero contar brevemente cómo ha sido mi paso por Cerdeña.
La semana pasada viajé por toda la isla (suuuper recomendable), pudiendo disfrutar de todo lo que ésta ofrecía en calidad de playas, calas, callejuelas de aires italianos y por supuesto, su gastronomía.
Queríamos probar tantas cosas, que lo que fuimos haciendo la mayor parte de los días, era combinar algún plato de pasta o pizza (generalmente compartido) con verduras y un extra proteico en forma de mejillones, sepia, pulpo… Y es que esta isla está llena de opciones de pescado a muy buen precio con un sabor riquísimo.
Obviamente casi seguro que nos ‘’pasábamos’’ en carbohidratos en cuanto a nuestros requerimientos estimados. Pero cómo no probar algún día un helado, o unos trocitos del pan tostado que suelen traer antes de las comidas. Otros días, seguramente nos quedábamos algo cortos después de tanta ruta, kayac y paseo, si nos apetecía tirar más de pescados.
No contabilizábamos, disfrutamos, entrábamos en mercados tradicionales y probábamos frutas km 0 con muchísimo sabor unos días, y otros un croissant típico de la zona en la que estuviésemos ese día.
Unos días comíamos ‘’mejor’’ otros algo ‘’peor’’ pero siempre rico, variado y disfrutándolo mucho. Eso ha hecho que hayamos vuelto llenos de energía, con muchas experiencias que contar y platos que intentar copiar; yo ahora soy super fan de la Parmigiana di melanzane, berenjena asada con muchas especias que en cada sitio (que la pedíamos cuando queríamos una guarnición de verduras más allá de las verduras al grill, que están en todas partes por la isla) sabía diferente, y se elaboraba de forma distinta.
He comprado muchas mezclas de especias, que usaré con mis verduras, y mis mezclas ya más estructuradas en mi vuelta a la rutina normal. No hemos vuelto rodando, ni con la tripa metida para dentro. Hemos vuelto felices, descansados e igual de saludables o más, aunque haya habido algo más de azúcar o pasta de lo que tomamos en nuestra vida diaria. Y es que amigo, el estrés si que incrementa el azúcar en sangre. Y un poquito de paz mental es la mejor de las medicinas.
A vivir, mientras te cuidas, pero sin dejar nunca de disfrutar. Te repito, para a escucharte.
El cuerpo es muy sabio y tú no eres más listo que el hambre.
Feliz mes y feliz verano.
Mímate mucho
María