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Por qué prohibirte tus alimentos favoritos puede hacerte coger peso.

¡Hola!! Hace mucho tiempo que no escribo por aquí. Estos meses he estado volcada de lleno en mis consultas, en dar formaciones y en comenzar un nuevo proyecto que dentro de muy poquito os contaré, con el que aprenderéis a cuidaros mes a mes desde el respeto máximo a vuestras necesidades y a vuestro cuerpo. 

Dicho esto … ¡volvamos al motivo de esta entrada!

La prohibición y la restricción no te benefician.

Y no lo digo yo, lo dicen los pacientes que he ido viendo estos años en consulta, los estudios y la evidencia científica e incluso lo que he podido llegar a experimentar en el pasado. Desde el miedo y la culpa no ganas salud, bienestar ni logras afianzar hábitos ni mejorar (al menos no a largo plazo) tu composición corporal. 

Y es que, cuando hacemos sentir al cuerpo restricción física o mental (*) continuada, entra en un estado de alerta por el que intentará que ingieras más (puedes notar conductas más compulsivas o desordenadas) o ralentizará tu metabolismo con el fin de ‘’sobrevivir’’. 

(*) hablamos de restricción mental cuando, te comas o no un alimento, estás pensando que no deberías, que no volverá a ocurrir, que no vas a comer más eso o que solo comerás muy poquito de éste … 

Vamos, que no compensa vivir en restricción infinita.

No es sostenible, no es sano y acaba afectando a tu salud mental. 

En este 2024 que no ha hecho más que empezar, si de verdad quieres mejorar hábitos y tener una buena relación contigo y con la comida, es importante que lo hagas desde el atender tus necesidades reales y no el buscar hacer todo perfecto. 

No eres un robot, y buscar esa perfección solo incrementará esa ansiedad que muchas veces puede que canalices con la comida. 

¿Y si te gusta un alimento que no catalogas como ‘’tan saludable’’? ¿Y si te han traído tu bizcocho favorito a la oficina y ya sientes que has ‘’tirado todo por la borda’’? ¿Tu salud ya se ha ido a pique? ¿Tu semana? ¿Toca compensar?

Desde luego lo que toca ahí es reprogramar esos pensamientos y dejarnos de dicotomías (todo/nada, blanco/negro o malo/bueno).

No hay nada que compensar ni nada que empezar mañana. Tu salud (incluida la mental) tiene mucho que ver con todas las pequeñas acciones que vamos teniendo en nuestro día a día, el  entorno que nos rodea junto con la genética con la que contamos.

Son tantas variables las que la determinan que es muy simplista reducirlo a ese trocito de bizcocho, y sin embargo todo lo que está pasándose por tu cabeza SI QUE AFECTARÁ negativamente a tu bienestar.

Hay un ejemplo que me gusta explicar en consulta. Si quieres mucho a alguien y te dicen que no lo vas a ver en mucho tiempo, ¿Cómo reaccionarias? ¿Cuánto te abrazarías a él? ¡Imagínate! ¡Muchísimo!

Bien, pues lo mismo ocurre con algo que te gusta con la comida. Si te gusta el pan y en lugar de ponerte un trozo, saborearlo con mimo y disfrutarlo, lo que haces es pensar mientras lo comes: Mañana dejo los hidratos … no debería …

¿Cuánto y cómo lo vas a comer?

Si de verdad quieres mejorar tu relación con tu alimentación y mejorar hábitos para con la comida sigue estos tips:

  • Conecta con tu apetencia real y deja de acumular hambre mental con prohibiciones infinitas.
  • No hiper-juzgues tus decisiones y entiende que a veces, es normal que uses la comida para ayudarte a transitar emociones negativas. No es malo, pero por el camino debes hacerte con otras estrategias de gestión emocional. Ya que, si solo cuentas con la comida como única vía para atravesar el estrés o la tristeza, no te beneficiará a largo plazo. ¿Qué herramientas quieres tener, o con qué cuentas para sentirte un poco mejor cuando lo necesitas? Un día puedes querer darte un masaje en los pies, otro llamar a una buena amiga y quizá otro día si que necesites chocolate. ¡Y estará bien! Pero saca culpa y mete disfrute mientras lo saboreas.
  • En vez de centrarte en quitar (carbohidratos, calorías, aceite a tus platos…) céntrate en qué quieres sumar: Colores, variedad, especias que te gusten, suficiente proteína … ¿Qué notas que tienes que mejorar aportando un extra en tus menús diarios?
  • Entiende que hay muchos tipos de hambre. Y si no nos escuchamos podemos estar tapando de forma inadecuada una necesidad de descanso o de diversión. Plantéate en qué momentos comes más desconectado y que ha podido pasar antes. Quizá solo necesitas descansar más, hacer comidas previas más saciantes o poner límites a tu jefe.

Recuerda que el exceso de control es la antesala al descontrol y la nutrición no va de controlar.

Va de conectar, de nutrirnos a todos los niveles. Y que comer es mucho más que aportar vitaminas, proteínas, hidratos o energía a nuestro cuerpo.

Mímate como lo que eres, la persona más importante de tu vida.

 

Un fuerte abrazo, 

María Pastor. 

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